Gobiernos corporativos: se ha fortalecido la estructura interna, pero sigue débil la vinculación con el entorno
Eso mostró el primer Índice de Integridad de Gobiernos Corporativos, elaborado por la UAI y Fundación Generación Empresarial, en el que participaron 79 empresas de la red.
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Las empresas están aplicando de forma cada vez más sostenida mejores prácticas en su gestión de gobierno corporativo. Pero si bien se ha profesionalizado la labor del directorio y mejorado la comunicación con los accionistas, la relación con otros stakeholders es una materia pendiente.
Esas fueron las principales conclusiones del primer Índice de Integridad de Gobiernos Corporativos, elaborado por el Centro Futuros Empresariales de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, en conjunto con Fundación Generación Empresarial (FGE).
“Una buena gobernanza contribuye al fortalecimiento de la gestión empresarial, la reputación de las organizaciones y al desarrollo de economías sostenibles, atrayendo nuevos talentos e inversionistas de largo plazo y promoviendo el crecimiento, la innovación y la productividad”, dijo a DF la presidenta de Fundación Generación Empresarial, Janet Awad.
El estudio se basó en los Principios de Empresas Responsables y Gobernanza Corporativa de la OCDE, que se actualizaron el año pasado, y contó con la participación de 79 empresas, de un total de 170 que forman parte de la red de FGE.
Para los autores, integridad se entiende como “la forma en que los gobiernos corporativos incorporan principios de ética de mercado y cuentan con estructuras, dinámicas y sistemas de evaluación que les permite balancear los aspectos financieros, sociales y ambientales en la dirección, control y toma de decisiones de las empresas”.
El índice se basó en una triple perspectiva: los principios o ética de mercado; el funcionamiento, roles y estructura del directorio; y la vinculación con el entorno y los sistemas de monitoreo y evaluación. En cada una de estas tres dimensiones, se midieron tres subíndices.
La muestra estuvo conformada principalmente por empresas grandes (84%) y por medianas o pequeñas (16%), distribuidas en firmas abiertas y reguladas (57%) y cerradas (43%).
Rol de regulación y escrutinio
“El grupo de empresas que logra mejor desempeño está compuesto principalmente por firmas abiertas y de rubros con alta exposición, como recursos naturales y comercio. La regulación y el escrutinio externo son movilizadores importantes”, afirmó a DF la directora del Centro de Futuros Empresariales de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, Magdalena Aninat.
Eso sí, acotó que “también hay empresas cerradas que están incorporando estas mejores prácticas por convicción interna”.
Respecto de los directorios, Aninat resaltó que hay una alta preocupación por mantener a sus miembros actualizados en temas de buena gobernanza y prevención de delitos. Pero la debilidad está dada por “la presencia y el rol de los directores independientes, que no aparecen con la relevancia que la OCDE recomienda”.
Al debe con stakeholders
Según el estudio, el porcentaje de empresas participantes que muestran niveles altos por cada una de las nueve subdimensiones del índice permite identificar en qué aspectos existe mayor prevalencia de prácticas de integridad en los gobiernos corporativos.
Así, “la gestión de conflictos de interés, la transparencia hacia los accionistas y el rol del directorio logra niveles altos en más de la mitad de las empresas participantes”, mostró el texto. En contraste, solo un 15% logra un nivel alto en la vinculación con stakeholders.
“El índice da cuenta de que aún son pocas las empresas donde el rol del directorio ha internalizado como tarea propia la dirección y supervisión de la vinculación con stakeholders y los temas socioambientales, aspectos que la OCDE incorpora como temas críticos para una buena gestión de riesgos, la proyección a largo plazo y la atracción de inversiones”, dijo Aninat, quien es coautora del índice.
Esto sugiere, afirmó el estudio, “que la función de gobernanza ha enfocado su fortalecimiento en ámbitos dirigidos hacia al interior de la misma organización y la operación del directorio”. Por lo tanto, “si bien una amplia mayoría de empresas cuenta con fortalezas en la definición de su relación con los colaboradores, esto no se replica con los proveedores ni las comunidades”.
El texto destacó que “stakeholders más distantes o potencialmente pasivos -como proveedores o comunidades-, son menos considerados para la construcción y sostenimiento de relaciones por parte de las organizaciones, determinando que sus condiciones, reclamaciones o expectativas queden fuera de la mirada y toma de decisiones para un mayor número de empresas, junto también con sus potenciales contribuciones”.
Los autores concluyeron que esto puede “reducir las probabilidades de lograr armonizar una creación de valor para todas las partes interesadas, una condición esencial para el alcance de estándares de gestión responsable”.
Algo similiar planteó Awad: “Un buen gobierno corporativo ayuda a fortalecer un elemento clave en los tiempos que corren: la confianza de los inversionistas, los consumidores, los colaboradores, los accionistas, los reguladores y la sociedad en general”.